lunes, 7 de noviembre de 2011

Sigue


Sí...
Flores con pestañas
como Dioses.
Curso a la armonía...
tiempo en recorrerla.
Deberías saber dónde...
donde deberías...
deberías noche azul,
donde los ruidos sobren.

                                 Naldo Mirán
                                            07/ Noviembre/2011


Imágen:  Tim Burton - Web Pribate Gallery  www.timburton.com

martes, 24 de mayo de 2011

La Pala de los Pájaros





*Hacer Clik  AQUÍ  para ver el Álbum.



Luis Ravanal, Tanatólogo del SML




La Pala de los Pájaros


Sumergiendo la pala ansiosa
poco a poco en la más larga historia de sangre
que conocieran sus lentes cuadrados
luego acribillados de todo lo que vieran antes,
un país entero recorre hoy,
como bruma tétrica ante los ojos
de quien busca orilla en el desierto oceánico,
la respuesta que el amor de sus hijos,
hijos de la patria que forjó su amor a la libertad humana
y al respeto a las personas que como granos de arena
forman hasta hoy inmensas tormentas desérticas
luego verdes de vida y nobleza férrea
a sus ideas fecundas y galopantes,
trae hasta un presente casi cegado por el olvido
de la mitad de un país dividido por el rayo vengativo
del poder y la ambición, sobre el regazo del sublime palpitar
en el divino bien común de ser personas consecuentes
a la vida en nuestra especie y al entorno que enriquece
todo lo que nos trajo aquí, libres como la pala ansiosa
que caba las respuestas que fueran lo último que vió
del mundo no sin antes decirle a todos su convicción
previsora en predilecta armonía entre cada una de
sus palabras afiladas y sublimes, y las bombas que a la vez
destruyeron nuestra casa abriendo agujeros a las ratas
que no saciaron sólo con sangre su infinita hambre,
sino con dignidad inocente: vuelo florido que veo
entre los nietos de esa patria a la cual hoy pertenezco.

Otra palada más y ya se ve aflorar la mentira,
el odio, el miedo, el terror, el recuerdo, ese nudo en el
estómago cuando hablan de esto:
se oyeron DOS BALAS SUICIDAS,
dos balas SUICIDAS!, ...¿dos?...
una de rodillas, por la espalda,
la otra, al otro día, puesto allí para la foto y la portada,
bala que nunca conoció el percutor del regalo de Fidel,
esa que supo de sus sesos pegados a la pared
sangre ya coagulada,
muerta y fría como la razón de la muerte misma
que germinó en el corazón de su verde verdugo y su hacha afilada
esperando cargada en su bolsillo mientras su fusil
quedóse dormido ante la firmeza del juramento
alguna vez establecido ante la bandera de todos,
incluso de sus propios hijos,
libres como la pala ansiosa,
que trae luz de estos días no más bellos, ni tranquilos,
pero llenos de verdad,
a esos dos agujeros que miran a este Chile
como queriendo gritar más allá de sus límites
por cada una de nuestras voces proyectoras
y sueños consecuentes con la realidad en su esencia,
todo lo que ocurrió aquellas horas en su oficina
esa que está en nuestras manos ahora,
esa que es nuestra hasta la visagra de la puerta
y el oído de las paredes que por fin tienen boca
para decirle a nuestra conciencia, que somos
constantes trabajadores de los sueños imposibles
que por nosotros son posibles al despertar y recordarlos,
que la razón es el poder del ser humano y de su vuelo
de pájaro pescador, polinizador, carroñero o de rapiña,
que elige bien cuál de ellos quiere ser,
pero que está obligado a dar su vuelo
en el AMOR POR SU NIDO y por todo lo que nazca de él:
cascarones amparados por el calor de la paja tejida
de los árboles de todo el mundo
y su cantar verdadero que no puede ser ocultado ni muerto
por tormentas de invierno en pleno sol de primavera
cuando todos hemos amanecido ante el abrigo
del follaje de las grandes alamendas
donde un día como estos,
una pala ansiosa desenterró,
la verdad más cruelmente reveladora,
que nos hace libres al fin
de la herida cósmica que engendrará la paz necesaria
para que los pájaros se oigan cantar como ese preciso día...
el de las últimas palabras.

                                         Naldo Mirán


Valparaíso, 23 de Mayo del 2011.

                        Dedicado a Salvador Allende.

martes, 12 de abril de 2011

Historia del Arte


Revolví los dulces cántaros y las vasijas
que acumularon miles de años en la evolución de 
los tiempos lentos que vieron todos los universos 
en su interior de terciopelo tibio y suave,
como las manos que tejieron amores en bajorrelieves
donde quiera que hubo agua y barro vivo lleno de escencia
y piedra matriz vista por los ojos casi divinos
del escultor del inmenso teatro de la vida y 
el amor por el conocimiento infinito
que proyectó las luces presentes
de mis sueños que recién comienzan,
luego de estar despierto durante otros miles
junto a lo que yace arrogante bajo los pies
del mundo.

 Y mis manos han de tocar a través de vuestra piel,
y mis ojos, mirar todo lo que viste alrededor
de tus sueños más profundos y con los ojos bien abiertos,
todo aquello que hizo el hombre en su dolor, 
por encontrar la subsistencia de sus huellas
y respirar de los halagos, alegrías de abundancias
que multiplicaron cosechas de culturas tan altas 
como montañas que conversan con estrellas
y le dicen al viento cuando viene el Sol 
a gobernar otra vez en su incansable labor
de darnos luz y darnos sombras,
hasta que el último de los alientos,
sea el primero de la vida que, en su ley de los colores,
abra mis ojos en la fusión de toda la existencia.


                                                                                                    Naldo Mirán.


Foto: "El Trípode de Quíbor" Venezuela
 Valparaíso, 12 de Abril del 2011

viernes, 1 de abril de 2011

Reflejo perdido de la locura entre dos espejos ciegos.



"Amo las cosas locas, locamente! (...)" (P.Neruda)
porque NO estoy loco,
porque amo hasta el horror
del latido suicida mientras el aire marino
llena los pulmones de tinta para escribir
que amo las cosas locas locamente
y que es esa esencia la que lleva mis naves
a esa deriva llena de soles y brumas de noche;
amo unos ojos... esos que están a mi lado desde siempre
aunque se hayan cerrado a veces, locamente,
aunque lloran mis lágrimas a veces o, por último,
ríen perdidos como espejos de frente: como soles inertes.

Esos ojos, pues, son también los tuyos hasta siempre,
pero no sé hasta dónde... en el tiempo, locamente.

                                                                                        Naldo Mirán.


              Valparaíso, 24 de marzo de 2011